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De inmigrante a soldado a doctor medico

El Dr. Pablo Romero-Beltrán dirige una conversación reflexiva desde su viaje de soldado a médico.
De inmigrante a soldado a doctor medico
Featuring:
Pablo Romero-Beltran, M.D
Pablo Romero-Beltran, M.D PRIMARY SPECIALTY includes Family Medicine.
Transcription:

Virginia García (Presentadora): Todas las historias de migrantes tienen un pedazo de corazón, un cachito de alma y mucha piel, sangre, sudor y lágrimas. Pero hay historias que son especiales, hay historias que merecían ser contadas en libros, o en podcasts, o en videos y esta es una historia de ellas, esta es una de esas historias que queremos transmitirle a usted en una jornada muy especial, es la historia del doctor Pablo Romero Beltrán, que es un inmigrante que llegó a transformarse en soldado y luego en doctor médico. Doctor Pablo Romero Beltrán, que honor escucharle, saludarle y conocer un poquito más de su historia.

Dr. Pablo Romero Beltrán (invitado): El placer es mío.

Presentadora: Dr. Pablo Romero, ¿qué edad tenía usted cuando vino a Estados Unidos? ¿Cuándo pisó territorio californiano?

Dr. Pablo Romero: Pues resulta que tenía 14 años, fue en enero del 65, resulta que yo terminé mi escuela primaria en México, cuando tenía 11 años y los siguientes años los pasé trabajando en construcción y eso porque no había forma de estudiar la secundaria, entonces mi papá un día fue a visitarnos y dijo: ¿quieres ir a California? Y pues me pareció buena idea, entonces fuimos a la embajada, me dieron mi permiso, y nos vinimos pues claro por tren de segunda clase desde Querétaro hasta la frontera de California y llegamos ahí, dejamos nuestros papeles, me compraron boleto en el Greyhound, en Calexico, de ahí hasta Salinas, California con una parada en los Ángeles.

Llegamos al centro de California, en Salinas pues, y de ahí mi papá conocía a alguien también por aquí y dijo bueno vamos aquí a buscar trabajo en un campo laboral, que de los cuales hoy día no existen. Y pues sí nos fuimos de aquí de Salinas a una cercanía, a un campo de adultos obviamente, tenía yo como 14 año y había como 40, 50 personas pero yo era el único muchacho. Y me preparé y al día siguiente vamos al campo a trabajar.

Presentadora: Enero del 65, Querétaro, Calexico, Los Ángeles, Salinas. ¿Con quiénes llegó doctor? Porque me habló de su papá pero ¿vino con alguien más? ¿otro miembro de la familia? ¿algún vecino?

Dr. Pablo Romero: Pues no, éramos ocho niños, hermanos pues, pero no, mi papá y yo solitos, él y yo veníamos acá a poder ganar y ahorrar dinero, y después regresar por la demás familia, pero nada más éramos mi papá y yo, y luego puros adultos en el campo laboral.

Presentadora: ¿Y usted era el mayor de los ocho hermanitos?

Dr. Pablo Romero: Segundo, el mayor varón, mi hermana me ganaba con año y medio, pero ella era mujer, se quedó allá un poquito más.

Presentadora: Claro, a ayudar a la mamá y a los otros niños más chiquitos.

Dr. Pablo Romero: Exacto.

Presentadora: ¿Pudo ir a la escuela? Porque me habla de mucho trabajo y de haber sido el único adolescente en ese campo de trabajo ¿Pudo ir a la escuela?

Dr. Pablo Romero: Nada de escuela, la única escuela era aprender lo que tenía que hacer, el trabajo cómo hacerlo mejor, cómo tratar de progresar. Llegué aquí a mi primer trabajo fue pizcando brócoli, que yo ni lo conocía, en ese tiempo yo no tenía idea de qué era un brócoli. Entonces no, nomás era cuestión de así más o menos que no hubiera problemas y trabajar mucho y pues aprender a trabajar ¿no? Pero nada de escuela, cero.

Presentadora: Y cuénteme un poco más de su vida, doctor, ¿hablaba inglés cuando llegó al campo cuando tenía que trabajar rodeado de adultos y usted era el único menor? ¿hablaba el idioma?

Dr. Pablo Romero: Cero, cero de inglés, puro, puro español.

Presentadora: Ni papas, no había inglés sin barreras, no había nada.

Dr. Pablo Romero: No había nada. Ni siquiera… después llegamos al tema, pero no, no, no. Aquí andábamos, pues sí ya con el tiempo aprendimos una palabrita o dos, pero aquí en esta parte del mundo es puro español, la gente nunca aprende el idioma y muchos se quedan en ese sitio toda la vida. Pocos son los que aprendemos a salir de ahí, pero no había forma realmente.

Con el tiempo empezaron a tener clases, llegó un día que de pura suerte andaba yo en Arizona, me fui a trabajar también yo solo a Arizona, con la lechuga y me encontró ahí la migración a la medianoche y me dicen, oye tú tienes 16 años, aquí estás con adultos, ¿por qué no estás en la escuela? Pues no sé le digo. Piensa algún día en la escuela me dice en español. Pues sí pero cómo piensa uno en la escuela si tiene que trabajar para ayudar a mantener a ocho, siete hermanos. No se puede.

Presentadora: Así que empezó a trabajar en los campos con 14 añitos, empezó con brócoli, que ni siquiera conocía cómo se miraba, después hizo un poquito de lechuga en Arizona como nos acaba de compartir, ¿qué otras cosechas tuvo que hacer? O ¿dónde tuvo que trabajar y cómo le estuvo yendo durante esa época?

Dr. Pablo Romero: Sí, lo que siguió del brócoli fueron las fresas y las fresas fue bastante… también para cosecharse ¿no? Se cosechan en canasta y lo que sea, la lechuga la aprendí también aquí en Salinas, California, seguíamos las corridas pues. Lo que se entiende aquí es que las corridas van de aquí hacia el sur, en el invierno aquí está poco frío y no crece la lechuga, entonces si usted quiere especialización de lechuga tiene que seguirle de aquí al valla central y luego hacia el valle en poniente y luego Arizona.

Así que lechuga también hubo el espárrago en medio, también hubo el azadón cortito, el famoso azadón cortito con el que con el tiempo se quitó de la historia de California, cuando se reunió Brown y César Chávez, a establecer el derecho de que ese azadón servía mucho para que la persona anciana anduviera doblada, dolía muchísimo la columna, y con el tiempo pues ya me había separado. Así que había lechuga, todos vivieron lechuga, el azadón, el apio también, hubo una pequeña temporada en la cual llenaban las cajas de madera de apio y tenía uno que cerrarlas con clavos y martillo y ese era mi trabajo. Y aprende uno a ser casi hasta un carpintero, sí, con el martillo y los clavos.

Presentadora: ¿Y le gustan hasta el día de hoy el brócoli y las fresas, la lechuga, el espárrago, el apio y el azadón o ya no los quiere ver ni en figurines?

Dr. Pablo Romero: Lo único que aborrecí yo fueron las fresas ¿eh? Esas sí, porque es que las comía uno y ha cambiado la cepa de las fresas hoy en día son un poco diferentes, más dulces, el fin de semana estuvimos en los Ángeles con mis nietas y fuimos al farmer’s market a comprar frutas y pues las fresas son muy buenas también ahí, zarzamoras y hay todo, California tiene todo ¿eh?

Presentadora: Y hablando de tener un poco de todo, su vida también tuvo muchos sabores, texturas, colores y dimensiones doctor, porque después de todas estas cosechas y estas siembras, se alistó en el ejército, ¿por qué?

Dr. Pablo Romero: Sí, ¿por qué? porque había lo que se llamaba servicio militar obligatorio, esto fue en el 70. Resulta que estaba la guerra de Vietnam en su apogeo, resulta que había uno, tenía uno que registrarse, y resulta que lo mandaban a uno a que se hiciera los exámenes, y bueno, sí tiene uno que presentarse, yo cuando me llamaron me fui, hice un arreglo, tenía uno que ir a otra vez el Greyhound de Salinas a Oakland, lo llevaban a uno, hacías unas cosas y te regresaban, resulta que hubo la lotería en la cual le dan a uno cierto número ¿no?

Pues yo, me dieron un número bajo y yo realmente no tenía mucha noción de lo que era esto, pues fui y de hecho yo no sabía ni lo que iba hacer, dejé mi carro ahí en Greyhound otra vez, llegué y voy a Oakland y esta vez fue la cita fue muy larga, hubo un montón de preguntas y con ayuda de traductores y luego por fin hubo una función en la cual eran como unas 50, 60 personas hechas bola en un cuartito y de repente alguien dice pues van a tener que jurar y los de enfrente con el brazo en el pecho, los de en medio sentados como si fueran sentados como si fueran indios, con los brazos cruzados, los hippies como si fuera el signo de paz, otros tenía el dedo de en medio levantado y yo estaba atrás y pues ni cuenta me di, dije ¿qué paso? Y ya por fin terminó la función esta salí para fuera y encontré a un cuate militar con una insignia que se llamaba Muñoz o algo así y le digo: ¿oye qué pasó? ¿qué pasó allá adentro?

¿Cómo que qué paso? ¿Qué ocurrió? Dice, ¿no sabes inglés? Le digo: pues no. Vas a tener que aprender menso, o sea, te va a ir bien mal, dice tiene que aprender, bueno, terminó todo eso nos regresamos como a las dos de la mañana y por fin paramos a tomar un café en un autobús también, veníamos aquí cerquita de Salinas a un lugar que se llama Fort Ord, y fue cuando le llamé a mi papá y le dije: Oiga dejé el carro ahí frente a Greyhound ¿me lo puede recoger? Y me dice: ¿por qué? Porque ya estoy en el ejército.

¿Y qué vas a hacer ahí? Voy al army, y dijo: ¿esto es una broma? No, no es una broma. Y por fin él fue, recogió el carro y pues sí aquí me quedé dos meses en Fort Ord, entonces me tocó una suerte tremenda en Fort Ord, me tocó con un grupo de muchachos que venían de Chicago, de por allá a la Guardia Nacional, National guard y venían a hacer el servicio de básico, entonces ellos eran todos estudiantes universitarios o lo que sea y se tomaron como propósito ayudarme a mí a aprender inglés.

Entonces teníamos nuestras clases de militares y luego mis lecciones en inglés, y yo les ayudaba a ellos en las cosas físicas porque estaban un poquito gorditos y lo que fuera y funcionó bien. Yo le ayudaba con unas cosas y ellos con… pues sí. Entonces ya cuando terminaba mis ochos semanas en Fort Ord ya había aprendido yo bastante más. De Fort Ord me tocó irme a Oklahoma y ahí me quede también más en el ejército y ya me decidí yo que tenía que aprender el idioma así que me pasé por todas las películas que había y con ayuda muchas veces en la biblioteca preguntándoles, pregunte, pregunte y pregunte y pues solo fue como aprendí, y claro aprendí y claro aprendí que había un mundo diferente al de lechuga o de brócoli.

Presentadora: Muy diferente ¿no? ¿Y entonces qué decisión tomó después de dejar el servicio militar? ¿Qué le hizo pensar, reaccionar o darse cuenta? ¿estas nuevas amistades? ¿tantas películas en inglés? Este otro mundo más allá de la lechuga y el brócoli, ¿por qué decidió entonces hacer lo que hizo después?

Dr. Pablo Romero: Un par de cosas ocurrieron, lo que paso fue que cuando estaba yo en Alemania, cuando terminé en Oklahoma me fui a Alemania, a manejar camiones y eso, entonces ya tenía la licencia y aprendí suficiente alemán para pasar la prueba y uno de los oficiales platicaba yo con ellos yo de vez en cuando y tomaron ciertas pruebas de inteligencia y se dieron cuenta de que yo aunque estaba limitado del idioma, tenía algo de inteligencia, entonces me dijo uno de los oficiales: cuando acabe esto, son dos años nada más, cuando acabe esto, tú tienes que estudiar, tienes muchas posibilidades, si no lo hace es una tontería, yo te voy a buscar y te voy a poner una buena si no sabes cual.

Bueno, fue una broma, una broma obviamente, pero por fin llegué yo aquí al famoso enero en Salinas cuando termino mi servicio, y como la corrida estaba en Arizona y como yo venía con un poco de flojera, dije yo no quería ir a Arizona, mejor me quedo aquí y alguien me dijo: ¿por qué no vas al colegio comunitario aquí de Hartnell y pregúntales que hay? Y sí tenían un programa especial para la gente que no tenía un diploma de high school.

Si tenías el GED podías aplicar y te examinaban y te ponían en un lugar apropiado, pues si me examinaron y yo terminé con un nivel más bajo de la aritmética, terminé con un nivel bajísimo, pero me dieron oportunidad de yo apurarme y apurar al aritmética para rápido llegar al álgebra, rápido llegar a trigonometría, y sí empecé con la aritmética y terminé con cálculo en segundo año, empecé con introducción a la ciencia y con la física bastante avanzada y también la química y todo eso, entonces lo que hice yo fue tomar muchas unidades, trabajar mucho y claro alguien me dijo que la clave para salir adelante era que tenía que tener un GPA alto.

Así que siempre buscaba, yo no estaba agusto con un A en la clase, yo quería siempre el grado más alto de toda la clase y pues a veces lo lograba y a veces no y fue lo que me causó yo dejar… y sí hice un par de temporadas trabajando en el verano, en la lechuga, trabajaba la mitad de un turno con mi papá, él trabajaba en la tarde, yo en la mañana y lo demás en el escuela. Así que ya de repente pues sí tenía muchísimos más retornos en el estudio que cuando anda uno de tonto que no tiene nada que hacer.

Presentadora: Pero que historia tan interesante y que fascinante doctor, mire usted cómo nos cuenta que en ocho semanas básicamente, aprendió inglés basado en lo que le comentaban sus amigos en las películas que usted observaba, fue un autodidacta, literalmente y luego aprendió alemán, (hablando alemán). Muy bien, mire usted todos los idiomas que hablaba.

Dr. Pablo Romero: Si resulta que, el pobre alemán fue una tragedia porque cuando dejé Alemania, yo funcionaba más o menos y luego entré, pero bien, bien entrado en lo que es la escuela por completo y luego la medicina, la medicina que es un idioma totalmente diferente, ya cuando regresé a Alemania, el alemán ya no quiso, me quedó pero bien poquito y es parte de practicarlo ¿no?, así que yo le busco y le busco y un par de cosas pregunta uno aquí qué es esto y una vez andábamos un poco perdidos en Checoslovaquia y pues buscamos las palabras en alemán, porque ahí iba un carro y le preguntamos pues de la guerra y no se qué y resulta que ese checoslovaco sabía español, y bueno con el español nos arreglamos entonces…

Presentadora: Hay que suerte, que suerte.

Dr. Pablo Romero: Sí, muy interesante la vida.

Presentadora: ¿Y cómo entonces decidió ir a la universidad? ¿Y por qué se decidió a entrar al colegio, a entrar a la universidad? En hacer medicina, la carrera de medicina.

Dr. Pablo Romero: Pues resulta que cuando fui aquí para empezar al Hartnell college que es un colegio de dos años, yo fui, yo no tenía nada fijo, yo dije voy a buscar uno, voy a ver que encuentro por aquí por allá y por acá y pensé que rápidamente me gustó la ciencia, dije voy a seguirle por la ciencia, después de la ciencia yo dije voy hacer lo más que se pueda en la ciencia y sí alguien me dijo en el segundo año que quizá aquí en esta ciudad de 150,000 habitantes, había si acaso un médico o dos que hablaban español, yo sé que mi mamá nunca podía hablar con el médico tenía que tener un traductor, entonces yo dije pues quizás valga la pena pensar en esto, pero no estaba seguro, yo me enamoré de la ciencia, dije bueno le voy a buscar por la ciencia y si llega la medicina pues ya le buscamos más.

Así que de aquí de Hartnell fui a la universidad de California, en Irvine y también seguí la carrera todavía por el lado de la ciencia, un poquito más de literatura española y en ese tercer año fue cuando me dijeron mis amigos y todo eso, ¿sabes qué? Pues búscale por la medicina, hace falta en tu comunidad y me ofrecieron una plaza luego, luego en la universidad de California en Irvine y dije yo voy a buscar, quizás lo haga como prueba y si no pues me regreso a la ciencia, bioquímica eso era lo que me estaba interesando entonces.

Y por fin decidí que iba intentarle y pues sí, pero ya como estaban mis papás todavía aquí en Salinas y dije bueno en vez de ir a Irvine o a los Ángeles, mejor me voy acá cerca a San Francisco, en San Francisco son 100 millas y pues entre ahí pues realmente que fue la gloria, porque esa universidad es una de las mejores del mundo y todo mundo pues la mayoría venían de Harvard y de donde quiera y todos estábamos en el mismo nivel, ahí ya estábamos igualitos.

Allá no había nadie que yo tengo más, yo tengo menos, había unos cuantos chavos que tenían, que llegaban a la biblioteca y compraban todos los libros que recomendaban para el curso, oiga yo apenas compraba uno porque eran bien carísimos ¿no? Ellos tenía todo y sin embargo a la hora de la prueba estábamos igual, o yo estaba delante de ellos, así que hay formas de contestar las cosas. Ahí sí ya tomé la medicina en serio y dije esto sí vale la pena y creo que quizás me sirve para regresar a mi comunidad a practicar algo así en este ramo.

Presentadora: ¿Y por qué quiso especializarse en medicina familiar? Porque en parte nos comentó cierto, que usted veía la necesidad en su comunidad, gente que no tenía intérpretes o traductores, para que puedan narrarle al paciente, que es lo que está pasando con su diagnóstico y su tratamiento, pero hubo algún otro empuje en su mente, en su corazón, que le hizo abrazar esta rama de la medicina.

Dr. Pablo Romero: Pues resulta de que yo cuando hice la solicitud para el posgrado, la residencia, tenía suficientes posibilidades, intereses y todo eso, pensé ir a Hopkins y pensé ir a Harvard adonde sea pero porque me estaba yo más bien acercando al lado de la cirugía, yo quería hacer la cirugía, pero resulta que mis papás todavía estaban aquí en Salinas, California y resulta que se querían ir de aquí a jubilarse a México, dije yo bueno porque no le intento la residencia en medicina familiar aquí en Salinas pues y lo hice, yo lo voy hacer en forma de prueba, voy ahí a ver que me gusta, pues llegué y vi ahora si que lo que realmente yo estaba buscando aquí estaba, entonces ya empecé a ver la residencia, la terminé la residencia y cuando terminé la residencia dije bueno pues ahora que hay que hacer.

Nadie, no había realmente casi ningún consultorio privado, todo el mundo trabajaba para el condado, y yo dije bueno pues es que para tener uno control sobre esto quizás tengamos que establecer un grupo médico nuevo y fue lo que hice, entonces terminé mi residencia y buscamos alguna forma de construir un consultorio, de repente se hizo un grupo medio grande y pues ahí está, y no ha habido… realmente que fue una serie de pequeños cambios, accidentes o lo que sea, pero fue lo mejor que pude haber hecho en la vida.

Presentadora: Doctor uno lo escucha, yo lo escucho y me maravillo, me asombro, me emociono y me conmuevo con su historia y me conmueve su humildad, porque usted bien podría echarse crema a los tacos, como dicen mis queridos amigos de México, usted podría darse su dique, su corte, jactarse de sus logros y sin embargo desde sus orígenes tan humildes, desde aquel enero del 65, de Querétaro a Salinas y luego a Alemania y San Francisco, usted está viviendo el sueño americano, me imagino que habrá sido el primero de sus hermanos o de su familia con un estudio universitario, con su propio consultorio médico, pero para usted es importante el sentido comunitario. Y me gustaría preguntarle en este momento por esa parte de su personalidad, ¿por qué es que para usted es tan importante seguir involucrado con su comunidad?

Dr. Pablo Romero: Pues sí es cierto que uno debe de agradecer lo bien que le fue en las cosas, claro que con el grupo médico que tenía, que con otro nuevo con el que estoy ahora, damos muchísimo servicio localmente, pero también lo que hemos hecho aparte de esto es que establecimos una beca en la universidad de California en San Francisco para la gente que trabaja en el campo, entonces la gente que trabaja en el campo tendrá la oportunidad de acortarse los gastos, entonces tenemos esa beca, también en el colegio de Hartnell tenemos otra beca también para eso mismo, la cosa es que cierto que yo podría ir fácilmente a la tienda y comprarme cinco teslas ¿y luego que voy hacer con ellos? Todos están ahí sucios o tengo que lavarlos, ¿y para qué? así que no tengo ni un tesla, no tengo ni siquiera uno.

Puedo tenerme tres casas ¿y luego que es lo que pasa? Pues una casa que no visito y se va a descomponer y luego tienes que… ¿y qué queda? Al fin del día cuando uno se va de este planeta, ¿qué se va a llevar? Que yo recuerde no se lleva uno nada, entonces porque no mejor dejar un poquito de ayuda a alguien, porque no mejor echarle la mano a una persona que lo desee, aquí nos tocan muchos pacientes que preguntan, tienen alguna idea de que le voy a hacer, que debo controlar mis cosas, ¿y que bien no? Hay casos muy trágicos de enfermedades, accidentes, hay colesteroles altísimos que dejan a la gente lisiada, hay alta presión sin control que los deja sin poder caminar, entonces porque no poder hacer algo para poder decir uno híjole, que bien que le ayudé a esa persona que estaba metida en un lío y ojalá que dios los siga ayudando.

Como dijimos uno no se lleva nada en el día ¿no? Y cierto que puede uno… yo me quedé… fácil podría quedarme en la casa y hacerme tonto y comer tacos de crema, ¿pero luego qué? Se acaba el taco de crema y ¿qué dice uno? Que bonito que me acabé el taco de crema, pero no, mejor que bonito que le ayudó a alguien para que siga adelante y que puedan hacer sus logros, que puedan seguir adelante, de que puedan regresar como maestros de idiomas, de que puedan ir al ejército, a aprender a volar los drones y que sirve que regresen aquí a Salinas porque ahí también hay drones para que puedan checar la agricultura y eso un poco lo aprendí yo en la fuerza aérea o en el ejército, así que es buena idea pasar uno adelante lo que uno tiene para que pueda reproducirse esa idea y de que la persona goce de esos logros.

Presentadora: Doctor le ha tocado conocer a usted o a su esposa algún estudiante que haya sido el recipiente de alguno de estos donativos que usted y su organización realizan, ¿le ha tocado conocer algún jovencito con el que se sintió identificado? ¿alguien que haya tenido alguna historia similar a la suya en cuanto a los esfuerzos y los sacrificios que tuvo que hacer para llegar donde esta hoy por hoy?

Dr. Pablo Romero: Sí, resulta que San Francisco como está en el norte de California, ellos cuando piensan en agricultura piensan que va ser… que Salinas es igual que el valle de San Joaquín y no es cierto, es muy diferente, en el valle de Salinas tenemos aquí ciertas cosas, hay uvas, hay lechuga, hay espárragos y todo eso y un aire muy bonito, en el valle de San Joaquín pues hay árboles frutales y todo eso.

Entonces la universidad tiene un poco más de énfasis en ayudarles a ellos, y nos han enviado a veces, nos han presentado a muchachos, una muchacho y un muchacho que recibieron la beca, tenemos una beca de las que se da solo los resultados de intereses y eso, así que va quedarse ahí toda la vida, no es una beca que digas usted bueno vaya a recibir 100,000 dólares y ya, no, es una beca más chica, pero les ayuda bastante para los gastos y todo eso, pero ahí va estar toda la vida, nunca se puede desaparecer, así que ya conocimos un par de personas y estamos muy agusto en ese sentido.

Presentadora: Que lindo, que lindo, doctor ya para ir concluyendo, porque no quiero robarle más de su preciado tiempo y todo lo que hace por servirle a sus pacientes, a sus vecinos, a su comunidad, a su país, ¿cuál sería su consejo para la gente joven que le esta escuchando? Para los que somos como usted inmigrantes o para los que quizás son inmigrantes y son jóvenes y se han alistado en las tropas del ejército norteamericano.

Dr. Pablo Romero: Hay que entender que todo… la vida está llena de problemas y de soluciones, cuando va uno al ejército y le gritan, pues le gritan al principio, yo al principio cuando las primeras ocho semanas el inglés que aprendí la verdad fueron puras palabrotas, entonces en el inglés, en el inglés hay más que palabrotas, así que puede uno ve en las películas y puede uno leer lo demás. Igual aquí, va uno al ejército y le dicen que no sirve para esto, bueno pues no sirven para esto, pero sirven para lo otro, tengo conocidos que han estado al frente, soldados, oficiales y lo que sea, ve que tienen la mente y tienen las ganas para la escuela en el ejército y ya de repente después de diez años de sargentos, vienen como tenientes segundos y luego primeros y luego capitanes, pues que bien.

A veces aquí atiendo pacientes que llegan con su uniforme y son tenientes coroneles y tienen su niñito, que le ayudamos y de aquí se van quizás para Colorado, se van para D.C. o lo que sea, pero la idea es de que tienen mucha, mucha ayuda a la persona que quiere, el ejército así lo es, y el que no quiere, cuando estábamos jóvenes, cuando estábamos con el servicio militar, la gente iba nada más dos años y ya, pero muchos aprendimos de que había formas de superarse uno, ayuda el GI bill y sirve para los pagos y todo eso y que bonito que entre uno y pase ahí dos, tres años, aprenda a manejar los drones o lo que sea o la logística y en vez de mandar bombas a Afganistán, aprender a mandar paquetes para UPS en los Ángeles, ¿cuál es la diferencia? La diferencia que uno sabe como manejar las cosas y puede salir adelante y el trabajo para trabajar en UPS o Fedex o lo que sea va a ser mucho más bien pagado que andar uno llenando cajas.

Entonces la gente tiene que aprender que hay muchos dones enfrente pero tienen que aprender a apreciarlos y a salir adelante.

Presentadora: ¿Cuál sería su consejo final o su palabra de aliento para los veteranos de guerra que le están escuchando y que quizás a veces vienen desanimados, sin aliento, o vienen un poco desahuciados? ¿Qué les diría a ellos doctor?

Dr. Pablo Romero: Yo les diría que nunca pierdan la fe, de que es cierto que las cosas a veces no salen como uno quisiera, y cierto que hay cosas muy, muy tristes, ha habido accidentes, ha habido personas que son víctimas de la guerra, ha habido personas que perdieron alguna pierna, ha habido personas que están muy traumadas, pero el trauma en general tiene su tiempo, no pierdan la fe, échenle las ganas, aprendan una carrera diferente y aprendan a mantener el orgullo de ser seres humanos y de pasar adelante todo lo que tengan enfrente, a sus amigos, a sus vecinos, a sus familiares, échenles la mano y salgan adelante. Y no pierdan la fe, para nada.

Presentadora: Doctor Pablo Romero Beltrán, ha sido un orgullo y un honor y un privilegio entrevistarle en este día. Gracias doctor por su servicio, por sus palabras, por su consejo, su sabiduría y su buen corazón y quiero desearle un feliz día del veterano a usted también.

Dr. Pablo Romero: Muchísimas gracias a ustedes.